FAJAKISTÁN


Gorda


Sintió una especie de pinchazo en su interior.

Gorda


Intentó no llorar... Y esta vez lo consiguió. Se miró al espejo, buscaba la imagen que una vez vio, joven, preciosa. Esa tez casi blanquecina, tersa, casi irreal, esos labios rojos, gruesos, ese cabello negro, firme, sublime.
Pero sólo se encontró a sí misma,
Gorda, despeinada, teñida, arrugada, desgastada, y ahora además, sola.
Muy sola.

Gor…


Y se encontró a sí misma.

Se encontró.

G…


Salió corriendo, como un exabrupto. Arrancó a correr como si hubiese dado un golpe seco y repentino:
¡Tac! Y a correr.
Dejó la puerta abierta... Ella... ¡¡¡Dejó la puerta abierta!!!


Dejólapuertabierta

y subió las escaleras de dos en dos hasta llegar a la azotea de su bloque.
Incapaz de ver nada a su alrededor. Cegada de libertad.
¡Aquel iba a ser su nuevo primer día, joder!


Unos cincuenta y cinco.
Años.

Y aquel iba a ser de nuevo su primer día.
Se quitó la bata y, poco a poco, comenzó a desabrocharse uno a uno los corchetes de su faja. Sí, su faja.
¡Hostia!
Se la quitó allí mismo. Juas! Buenísimo, se quitó la faja y la colgó de la antena.
Aquella enorme faja, fuera, y la colgó de la antena. Y ya no se pudo ver televisión con normalidad.

A la mierda con la televisión y la normalidad.


Pero nadie se atrevería jamás a quitar esa faja de aquel lugar...
Me pongo nervioso mientras lo cuento.


¡¡¡Nunca nadie quitó la faja!!!

Me estoy adelantando otra vez.

El caso es que ella, entonces, se relajó. Se sintió bien consigo misma, y pensó lo maravilloso que sería si todas las mujeres como ella hiciesen lo mismo.
Y se sentó en el suelo. Los pliegues de su ancho cuerpo hacían formas caprichosas al arrugarse.

(leve sonrisa)

Pero le daba igual.

Y entonces miró más allá por primera vez. Y lo vió.
¡¡¡Y se levantó de un respingo!!!
Sin aliento.
Sin aliento.

Dos bloques más allá, enhiesta, una antena servía de mástil para una faja.
Y en otro bloque, y en otro y en otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y miró hasta donde alcanzaba su vista, y el cielo de su barrio se había llenado de fajas, ondeando al viento, enganchadas a las antenas de los televisores.

Sencillamente brutal.

Todo el barrio.

Trascentental,
Sería muy trascendental.

Pero tampoco quiero adelantarme.
Fue...

Fue!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja ja ja, no molaría ni nada el cielo de Madrid lleno de fajas. Me gusta el estilo de frases cortas y puntos y apartes.

Anónimo dijo...

un día soñé que tenía más lectura tuya.....pero desperté y no sé donde estaba...

bikos desde el norte